sábado, 15 de septiembre de 2012

PARAGUAY: REFORMA EDUCATIVA Y CRISIS DE LA DOCENCIA

RESUMEN

A poco tiempo de desmoronarse el régimen dictatorial que imperó en el país por más de medio siglo, se inició el proceso de reforma educativa. En contraste con otras esferas de la política pública, el de la educación no solamente se orientó hacia objetivos claramente delineados sino también ajustando su curso a un plan estratégico que contó con los medios, recursos y una amplia participación y legitimidad que aseguró, a más de importantes logros, la continuidad necesaria para consolidar significativos cambios. A más de las transformaciones de orden institucional y pedagógico, otra de las transformaciones de relevancia fue y sigue siendo la sostenida expansión de la cobertura educativa tanto a nivel básico como medio.  Dicho crecimiento, tuvo implicaciones directas sobre diversos aspectos del proceso educativo, entre otros, sobre el sistema docente.  El hecho es que al considerar las dificultades con las que tropieza el proceso de reforma educativa, uno de los factores al que se menciona como principal determinante es la deficiente formación y desempeño de los  docentes. En el presente trabajo se examinan diversos aspectos a los que se atribuye la deficiente formación de los maestros y los programas en curso tendientes a corregir un déficit que limita el mejoramiento  de la educación paraguaya. 


Esta obra fue publicada en el año 2006. Para leer el estudio completo haga clic aquí

viernes, 14 de septiembre de 2012

NOTAS SOBRE LAS CIENCIAS SOCIALES EN EL PARAGUAY (I) . Una entrevista a Domingo M. Rivarola.

Empezamos esta entrevista diciendo que en 1964  a iniciativa de Domingo M. Rivarola se creó el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos y se dio  inicio a la publicación de la Revista Paraguaya de Sociología. Aún surgiendo en un contexto muy diferente  al que se consolidaba en América Latina en aquél entonces, con fuerte afirmación de la  democracia en los distintos Estados nacionales y al surgimiento de nuevos enfoques en las Ciencias Sociales, la rigidez y larga hegemonía del rígido e intolerante régimen autoritario no impidió que tanto el Centro como la Revista sobreviviera a tan difícil y prolongado escenario, y además, constituyéndose ambas en sólidas bases  para generar  las condiciones que permitiera una profunda renovación del pensamiento social en el Paraguay.  Desde el 2006, Rivarola dirige la sede Paraguay  de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), entidad  académica que a nivel continental ha tenido ilustres directores tales como Fernando Henrique Cardozo, Francisco Delich, Ricardo Lagos, Giovanna Valenti  y otros.

En su memoria, Eric J.  Hobsbawn, considerado como uno de los más lúcidos de los historiadores aún vivo, destacó que su visita a Paraguay tuvo como motivo principal explicarse cómo pudo surgir la Revista Paraguaya de Sociología en un contexto de extremo autoritarismo y con débil tradición académica en las Ciencias Sociales. ¿Cómo interpreta usted esta inquietud de tan ilustre pensador? 

Podría atribuirse a tres razones. Una, el enorme vigor con el que se dio en ese tiempo la renovación de las Ciencias Sociales a partir del impulso que le imprimieron los países centrales después de concluida la Segunda Guerra Mundial, en especial los EE.UU. la potencia mundial  emergente sumado a otros países anglosajones.  Sobre ese eje se instala  en las Ciencias Sociales un enfoque empírico lo que debilita – y de hecho sustituye  hasta entonces - el predominio que históricamente tuvo una visión muy cercana a la Filosofía Social, al deber ser. La nueva Sociología  desplaza su interés a explicarse lo que es la realidad, como lo expone Bottomore,  descubriendo “los elementos que están ocultos, no visibles, y que explican los procesos sociales. En nuestro medio, a pesar de la  mediterraneidad, el restringido desarrollo académico y la precariedad institucional, se pudo contar con oportunidades para percibir el sentido de los cambios en las Ciencias Sociales y en el  papel  que le tocaba desempeñar en los procesos de cambio social. Este viraje  es lo que permitió sustraer la “reflexión hacia lo social”  de lo puramente ideológico y dogmático y encaminarlo en base a principios epistemológicos  más acordes y cercanos a la generación de conocimientos válidos.

Ya en el plano de la realidad paraguaya actual, transcurrido cerca de un cuarto de siglo del espectacular cambio que experimentó el país con los acontecimientos de 1989, se percibe en un amplio sector de la población una creciente y generalizada actitud de pesimismo y frustración con los resultados logrados en la etapa democrática ¿Qué le sugiere esta situación?

La percepción y las expectativas francamente negativas son correctas y justificadas. Nadie puede negar la gran distancia que se advierte entre lo que fueron “los sueños” de los años iniciales de la transición democrática y lo que se ha logrado. Poco, muy poco de la sociedad deseada de entonces.  Aun más, cada vez resulta más contrastante -  y decepcionante a la vez – la exaltación del crecimiento económico alcanzado, la riqueza generada, la expansión de la producción y el crecimiento de las transacciones comerciales con el mundo exterior -   con los altos niveles de pobreza que siguen afectando a vastos sectores de la población y paralelamente, el crecimiento de una clase media débil, insegura y rebasada por los requerimientos y exigencias de consumo de dichos estratos sociales. Por tanto, no sorprende que la realidad se visualice desde dos contradictorias perspectivas: una, de los expertos económicos, e incluso, de sectores oportunistas de la política y aquella que conforma la población que está condenada a vivir, alimentarse, cuidar la salud familiar y educar a sus hijos con el magro porcentaje de recursos al que acceden en una desigual distribución de la riqueza nacional.

Pasando al tema de la educación, un área en la que usted ha dedicado una gran parte de su atención y su trabajo intelectual e institucional, se constata que se está dando una creciente descalificación de lo logrado en el campo de la educación y consecuentemente en el plano de la reforma educativa. Incluso, el mínimo avance que se ha tenido a partir de lo que fue la educación nacional en la etapa dictatorial. ¿Qué reflexiones le sugiere estas apreciaciones?

Sobre lo que se dio y se alcanzó en la educación durante la dictadura no se plantea duda alguna. Fue pobre, prebendaria y represiva de las intenciones más progresistas que se disponía.  Es la mayor responsable de nuestro enorme rezago. Nos excluyó de las ondas de mejoramiento y modernización que se extendió por todo el continente y el mundo con posterioridad de la Segunda Guerra mundial.    En cuanto a la impresión de no haber logrado  resultados significativos cabe tomar en cuenta dos importantes elementos condicionantes: por un lado, la desmesura de lo esperado por la educación.  Se apostó a que por esa vía se estaría dando el gran cambio. O sea, bastaría instituir las bases institucionales para poner en vigencia un orden democrático y todo lo demás quedaba a cargo de la educación, inclusive la reforma social. La educación sería el canal exclusivo para avanzar hacia una sociedad con mayor equidad. En realidad, en un contexto de euforia, se tuvo una interpretación errónea de un principio proclamado a nivel universal: que la educación constituía el elemento esencial  para inducir el cambio, el camino único y directo para el desarrollo económico y social. Fue algo así como atribuir a una media verdad un atributo absoluto.   Lo real es que la educación por sí sola no cuenta con la fuerza necesaria para transformar dimensiones estructurales de la sociedad. Esto lo supieron desde el momento en que decidieron reformar la sociedad, los países nórdicos como adelantados y posteriormente Finlandia, Corea, Japón, Singapur y otros profusamente mencionados en la actualidad.  En consecuencia,  a más de realizar la reforma de sus sistemas educativos, esta iniciativa fue acompañada de profundas transformaciones en el orden social, económico e institucional.  En ese plano, una acotación importante que mencionar es la responsabilidad directa que tuvo la dictadura en determinar nuestro rezago, en  especial en lo que se refiere al campo educativo. La dictadura forjó y aplicó un sistema de inmovilización y descomposición del sistema educativo por conducto de la corrupción y el prebendarismo. A más de someter la Educación Básica y Media a sus intereses partidarios, de igual manera ahogó  por décadas a la Educación Superior.

En tal contexto, ¿qué cabe esperar de la educación paraguaya en su situación actual en vista a incentivar el desarrollo y la igualdad social?

El caso es que no cabe esperar de la educación un papel decisivo en aminorar la desigualdad social en el marco de un sistema social (y primordialmente económico) que se caracterice por la desigualdad., es decir, de sustentarse en condiciones estructurales marcadamente desigualitarias.   Aún más, en el caso paraguayo que adolece de tal situación, se cierne una peligrosa amenaza: que la persistente desigualdad estructural favorezca todavía más la tendencia diferenciadora y discriminativa subyacente en la esfera educativa.  ¿Qué es lo que se visualiza cada vez con mayor nitidez? Que la pirámide del sistema educativo refleja cada vez más la tendencia al agravamiento de la distancia entre los estratos sociales y en consecuencia, una agudización de la desigualdad. O sea, se debe aceptar que  también la sociedad dispone de una respetable fuerza para  transferir sus diferencias hacia el sistema educativo. Por consiguiente, tal como se viene evidenciando, cabe aceptar que, si bien la educación se expandió, lo que se aprecia es que lo está haciendo diferenciadamente, esto significa que podemos distinguir cada vez más a un en el plano de la educación superior, instituciones de primera, segunda, tercera, cuarta…categoría. Una de las consecuencias de esta anomalía es que no podrá darse una reforma educativa de envergadura y sostenible sino en el marco de una política global de desarrollo que corrija las deformaciones estructurales.

Aceptando tal enfoque, centrado en el ámbito meramente educativo, ¿qué políticas y acciones cabrían emprender para encarar los complejos desafíos que afronta la sociedad paraguaya?   

Cabe acordar la naturaleza diferenciada de los problemas. Por un lado, el enorme rezago que sobrelleva en comparación al resto de la región y qué no decir de las sociedades y regiones de más alto desarrollo.  Superar tal situación requiere una formidable y sostenida inversión pública.  ¿Es esto posible en un país cuya recaudación es la más baja del continente con apenas el 10%?  Está claro que en los limites financieros actuales existen muy escasas posibilidades de lograr una “capacidad educativa” realmente  transformadora;  por otro, en alto grado de deformación que adolece el sistema educativo actual en particular a  nivel de la educación superior, circunstancia que  cambia la naturaleza de lo que sería una cuestión meramente pedagógica e institucional, en un problema de orden político, en tercer lugar, frenar la dispersión de recursos humanos que genera cada cambio de administración, subutilizando las capacidades disponibles e interfiriendo las posibilidades de acumulación y cualificación vocacional. Que la educación paraguaya se nutra cada vez de educadores. Finalmente, la toma de conciencia de la inmensa complejidad que implica construir un sistema educativo apto para contribuir al cambio social, para lo cual resulta fundamental su rescate del status quo en el que se encuentra sumido.

A su entender, ¿cuáles serían las medidas o acciones estratégicas que se deberían tomar a los efectos de darle un nuevo sentido a la educación paraguaya?

En primer lugar, aceptar que la superación de la crisis educativa trasvasa el campo meramente educativo. En rigor, a esta altura, es de orden político, en tanto supone una reforma de alcance estructural.  En términos concretos, requiere de la voluntad política para modificar las actuales condiciones estructurales en las que se apoya la desigualdad social. Eso no se logra desde la esfera educativa sino desde la política. En ese orden, cabe preguntarse: ¿es la desigualdad educativa o el perfil de distribución de los ingresos el origen real de la desigualdad social?  Son las deficiencias educativas las que explican la creciente profundización de la desigualdad social o es la acelerada concentración de los recursos cuya tendencia se afirma cada vez más a medida que se acrecienta la riqueza nacional?  La respuesta obvia, conviene resaltar, es que ni la pobreza y menos aun la   desigualdad social podrán superarse por vía exclusiva de la educación. De entenderse de manera diferente, lo que simplemente  se logrará es un sistema educativo que reproduzca y profundice la diferenciación social.

Con tal visión, en una coyuntura como la que se está viviendo en el país, ¿cuáles serían los pasos iniciales que cabrían ser impulsadas desde el campo político?

En base al entendimiento del costo que demandará una transformación como la que se pretende en el orden educativo será precisa ubicar en un nivel de más alta prioridad el tema del financiamiento educativo.  Poco será lo que alcance a lograrse con simples goteos financieros. Una reforma de la magnitud requerida  por lo ya expuesto es sumamente costosa.  Y a la vista de las disponibilidades actuales requerirá de un pacto fiscal capaz de poner en manos del Estado nacional tales recursos.  Además, se deberá avanzar hacia un pacto educativo que sustraiga a la educación de los intereses político-partidarios, ideológicos y corporativos. Finalmente, en base a este cuarto de siglo de la égida democrática, examinar el recorrido, los aciertos y errores, para marcar una  estrategia actualizada que oriente la política educativa.

Usted ejerce actualmente la dirección de la sede de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Paraguay: ¿qué contribución espera aportar esta renombrada organización académica de posgrado, tanto la sede local como el sistema Flacso en su conjunto, en el contexto nacional?

En términos generales, una tarea que ya lleva significativos avances responde al objetivo de contribuir al mejoramiento de la educación superior universitaria, y más específicamente a nivel de posgrado.  El interés principal de la  Flacso es cooperar en la formación de recursos humanos de alto nivel en áreas estratégicas del desarrollo nacional como la educación, las relaciones internacionales y la reforma social. Para ello, la Flacso espera brindar su aporte en el fortalecimiento del pensamiento crítico, logro imprescindible para alcanzar  una mayor eficacia en las políticas públicas.